Entrevista con Borja
Borja Lizarraga (31 años), nuestro querido diácono, será pronto ordenado sacerdote. Para conocerle un poco mejor le hemos sometido a una entrevista. 🙂
¿Cómo fue tu infancia?
Creo que fuera la de un chico bastante normal. Me crie y estuve 12 años en el colegio Retamar. Fue muy feliz con los amigos, deporte. El colegio muy bien. Fue un tiempo muy bonito, super bien. Que lo tengo todavía en recuerdo.
¿Cómo interviene tu familia en el camino de tu vocación?
De una manera como muy bestia. Mi familia, mis padres me llevaron al colegio que pensaron que era el mejor para mí. Siempre me han educado en la fe católica. Hemos rezado siempre en casa. Hemos ido a la misa. Es verdad que es incluso para ellos fue una sorpresa. En ningún momento pensaron que yo pudiera llegar a ser sacerdote y les impacto mucho. Pero desde que se lo dije han estado apoyándome muchísimo. Tratando también de comprender un mundo para ellos muy raro que no entendían mucho. Y la verdad que no puedo estar más agradecido porque lo han hecho fenomenal.
Sí. Tengo cuatro hermanos, tres varones y una chica. Soy el mayor de los cinco. Todos del primero al último han estado super atentos conmigo. Me han ayudado, han venido de cosas del seminario. Me han mostrado todo su apoyo y su cariño y ha sido brutal.
¿Qué estudios tienes?
Estudié en el colegio Rematar durante 12 años. Luego estudié Derecho en la Universidad Complutense, y en el año 2017 ingresé en el seminario de Madrid. Después de 6 años me ordenaron diácono. Eso fue el 16 de junio 2023 y si Dios quiere seré ordenado sacerdote este próximo 27 de abril.
¿Has pertenecido o perteneces a un grupo o movimiento?
Desde pequeño, desde el colegio. El colegio Retamar pertenece al Opus Dei. Durante la vida universitaria lo dejé un poco de lado. Justo antes de entrar en seminario me pidieron que ayudara un poco a forjar en un primer momento una cosa monstruosa que es Hakuna. Gracias a Dios. Y desde que entré en el seminario volví un poco a Opus Dei.
Bueno, como se suele decir es una vocación y yo la escuché, la recibí y también estoy super agradecido a todos los de Opus Dei, por como me han cuidado y como me han mimado.
¿Qué aficiones tienes?
Tengo dos aficiones que son los más grandes. El fútbol por supuesto. Soy madridista hasta la medula (risa). No puedo estar más feliz de estar de Madrid y luego la Fórmula 1. Que es un deporte que llevo ya viendo 20 años y de cual estoy locamente enamorado también. Es un deporte super complejo, super difícil. Pero que a mí me dado alegría y penas a partes iguales.
¿Y el deporte que realmente practicas? 🙂
El fútbol, la formula 1 no la puedo practicar por desgracia, pero me vale el karting (risa) que vamos de vez en cuando (Nota: el año pasado le regalaron los feligreses las entradas en un karting cercano para disfrutar de los coches rápidos).
El pádel ha sido uno de los deportes favoritos de muchos años. Pero no sé ahora tendría que verme una pista y siguiendo en la parroquia a ver quién se atrevía a jugar conmigo… a quién le gane (risa).
¿Tu coche favorito?
Aston Martin DB5. Es el coche que conduce Sean Connery, que en paz descanse, en una de las películas de James Bond. Me gustan estos clásicos preciosos, los coches que salían antes.
¿Cuál es tu lema?
«He venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! ¿Y por qué? Porque creo que es un poco el sueño de Dios. Su sueño siempre fue la revolución absoluta del amor. Al encarnarse el Hijo de Dios aquí en la tierra en Jesús. Él fue muy revolucionario en muchos aspectos. Siendo muy fiel a la ley, pero como completando toda esta ley. Creo que la sociedad y el mundo en el que vivimos actualmente hace falta mucho ese fuego purificador de tantas cosas que están pasando en la actualidad.
¿Cómo surgió tu vocación?
(risa) El primer momento surgió cuando tenía unos trece o catorce años, más o menos. Estábamos haciendo un retiro en el colegio para preparar la confirmación. Y ahí en una exposición del Santísimo, como de repente, me pasó la idea por la cabeza de ser sacerdote. Viendo el sacerdote con que admiración y que devoción miraba a la custodia, al Señor. Y ahí es donde yo lo dije. Pero siempre pensé que era una idea del niño de trece años, que no iba a ir al ningún lado.
Y luego ya fue en la universidad, gracias a una compañera. Ella me dijo que por todo lo le había dicho se quería convertir. Y eso fue para mí como el detonante real de llegar a la conclusión de que el Señor me estaba pidiendo algo más. Que el Señor no se contentaba solamente con mi vida. Estaba contento, pero no tenía una vida plena ni muchísimo menos. Entonces dije: bueno, si Tú Señor me lo pides, pues adelante. 🙂
¿Qué vivencias has tenido en el seminario?
(risa) En el seminario he vivido de todo. Pero sobre todo me quedo con dos. La vivencia de un sitio, de una casa digamos, de un hogar de formación muy bonito donde se aprenden muchas cosas. Donde uno tiene que aprender a renunciar asimismo y que son los otros que dirigen tu vida. Y la segunda es la comunidad. Para mi curso, mi comunidad es, como dijo en su momento Don Carlos Osoro, no lo digo yo (risa) sino nuestro antiguo cardenal, que somos una banda. Somos gente super dispar, cada uno de madre, de su padre y nos queremos muchísimo. Es una barbaridad. Eso no sé explicarlo. Es algo que quiso el Señor y nos han querido juntar y nosotros poco a poco hemos aprendido a amarnos con nuestras diferencias, también cosas en común. Pero lo que hemos conseguido. Woow. Siempre digo esto si no me hubiera abierto a la gente de mi comunidad y no hubiera intentado de alguna manera como aprender de ellos, de ver su sensibilidad, de ver como viven ellos la vida con el Señor… Me hubiera quedado en mi esquema pequeño y no me hubiera abierto a la inmensidad.
Pronto te ordenan sacerdote. ¿Hay algo que te da mucho respeto en vida sacerdotal o, por otro lado, algo de lo que tienes muchas ganas?
Lo que me apetece mucho es confesar. Muchísimo. Me da respeto, pero me apetece mogollón. Al final, ¿quién soy yo para perdonar los pecados? Yo no soy el Señor, no soy madurado. Confesar es como aquella frase en el evangelio: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”. Y para mí eso es la confesión. O sea, todo lo que he recibido de gratuidad, de abrazo, de mirada por parte del Señor en sus sacerdotes. Es lo que Señor me está pidiendo, que lo doy yo también. Ojalá que pueda ser una sacerdote que esté super lleno de la misericordia y del amor de Dios para la gente que se venga a confesar conmigo. Simplemente soy un instrumente de Dios para derramar su misericordia.
Y luego, evidentemente, la misa me da muchísimo respeto y estoy muerto de miedo con el tema (risa). Porque es verdad. Decía un sacerdote: “Cuando tocas el Cristo cuando pones las manos en epíclesis, te das cuenta de que por tus manos, por tu fuerza, aunque no haces nada, pero gracias a ti ese pan no es pan. Es Cristo mismo”. Y dices, ¿pero yo que he hecho? Estas manos tan débiles, tan pecadoras van a hacer posible el mayor milagro del mundo que es que el Señor se transubstancie en el pan. Y poder lanzar, poder levantarlo es algo en que todavía no había pensado demasiado. Eso imagino que el día 28 ya me entrará el miedo y el día 7 aquí se mareará el Señor (risa). Ya llevo tres ensayos en el seminario y incluso en el ensayo asusta mucho. Poder coger la forma y levantarla y decir, este es mi cuerpo o decir esta es mi sangre. Llevo 31 años muy acostumbrado a que lo lleva otro por mí. Pero ahora me toca.
¿Cuántos idiomas sabes?
(risa) Español y con dificultad. ¡No, mentira! (risa). A ver, bien, bien el español e inglés. El francés estudié en cole y se me ha olvidado bastante. En seminario aprendimos un poco latín y griego. Y ahora estudio italiano.
¿Qué lengua te gustaría todavía aprender?
Hombre, aprender hebreo sería un puntazo. Porque poder leer el evangelio digamos en original arameo y hebreo me parece super chulo. Por eso me gusta la imagen de la estética propia de la película La Pasión de Cristo.
Esta pregunta es en un poco indiscreta. 🙂 ¿Has tenido novia?
Sí, he tenido novia (risa). Tuve bastantes novias. La verdad es que con todas me lo pasé muy bien. Fueron siempre como unos buenos ejemplos que el Señor me quiso con Él. Yo no las veo como errores del pasado o cosas así, sino creo que el Señor quiso educar mi corazón y aprender que era el amor humano para entender que yo estaba llamado a un amor mucho más grande, el amor de Dios.
Me acuerdo cuando empecé a contar lo de entrar en el seminario que primera de mis exnovias me dijo: para ti esto es un reto. Porque tu estas acostumbrado o has sido acostumbrando a lo largo del tiempo a que tu tienes un amor humano o quieres a alguien, intentas dar el 200% y muchas veces a no dar esos 200% aunque no se te pedían es lo que llevaba la ruptura. (risa) También lo decía por la experiencia personal. 🙂 Pero claro, yo me decía que ahora es al revés. Ahora sabes que nunca vas a llegar a llenarle. Nunca vas a llegar a su nivel y eso para ti es un reto, con el que sabes que tienes que vivir y más estas super contento de haber perdido, decía ella. Pues sí, es verdad, he perdido. He perdido esta pantalla porque sé que con el amor de Dios ni siquiera entro a jugar directamente. Pero te digo que no sería ni diácono que soy hoy sin la experiencia con el amor humano, ni tendría el corazón como lo tengo, ni trataría de amar a los demás si no hubiera experimentado parte del amor humano.
Qué también ha sido una señal muy bonita del Señor que me ha dicho: mira todo lo que lo habías vivido, todo lo que has aprendido ahora tienes que darlo. Pero como endulzado y mejorado, sacando la última actualización, revestido de mi amor. Y me parece una cosa impresionante.
¿Qué aspectos te gustaría vivir en tu vida sacerdotal?
En primer lugar, la oración. O sea, creo que un sacerdote solo y exclusivamente puede ser (vivir) de Dios. Por tanto, la relación íntima con el Señor es algo que me gustaría vivir mucho.
Y llegado a eso la experiencia de misericordia sobre todo a través del sacramento de la confesión. Me parece que es una cosa brutal. Y poder uno como pecador dar el perdón a los demás y poder transmitir (o intentarlo) esa misericordia infinita del Padre. Es lo que más le pido al Señor ahora mismo. Y sobre todo por supuesto la fidelidad que nunca la podemos dar por hecho. Pero es algo que ya estoy pidiendo al Señor que sea muy fiel a Él, que intente parecerme lo más posible a Él. Qué mi corazón lata en el ritmo al suyo y ser muy de Él, tanto para Él como para los demás.
¿Tus santos, santas preferidas? ¿Tienes unos a los que consuelas especialmente?
Tengo varios evidentemente: san Juan Pablo II, san Josemaría Escrivá de Balaguer por supuesto, santa Teresa de Calcuta, san Juan María Vianney (Santo Cura de Ars). Ese está últimamente recibiendo bastante cargo (risa). San Francisco Asís, santa Clara y los apóstoles. Ellos me parecen unos héroes. Ahora que se ha puesto muy de moda la serie The Chosen (Los elegidos). Yo tenía ya esa percepción, antes la que hicieran serie, de que los apóstoles en el fondo son gente muy normal. Extremadamente normal, muy humanos. Al final eran unas personas de su trabajo, de pescadores, recaudadores de impuestos y gente que no sabemos muy bien a que se dedicaba. Que son sorprendidos por la fuerza del Señor. Ellos sí tenían bastante claro que querían conocer la Escritura más o menos.
A mí los dos apóstoles quizá que me consuelan, son san Pedro y san Juan. San Pedro porque yo muchas veces soy como él. En el sentido que soy muy compulsivo, que yo voy a ir por ti Señor. Pero Él muchas veces me dice: pero, ¿dónde vas hijo mío? (risa). A ver, melón, que no vas ningún lado. Pero san Pedro es capaz agachar la cabeza y volver al Señor y decirle: “Mira tío perdóname, que soy un desastre”.
Y san Juan porque es el apóstol de los jóvenes. Es el tío que realmente le echó un par de narices. Cuando todo el mundo había huido, Él se quedó. Y ese gesto tan bonito de tanto crecimiento por parte de san Juan que de reclinar su cabeza en el pecho de su maestro. Eso implicaba una intimidad en el mundo judío que para nosotros parece como muy normal. Ay que bonito gesto del cariño.
Y por supuesto, la Virgen. La Virgen es la Virgen. No hay manera de escribir la Virgen María. Antes tampoco era especialmente mariano y desde el seminario me he convertido mucho más mariano. Era por viendo a la gente. Había un seminarista, ahora ya ordenado sacerdote que se sentaba siempre en el mismo sitio en la capilla. Un día le pregunte: Oye ¿porque te sientas siempre aquí? Y dijo: Es que yo necesito a mi madre. Y otro también cuando se ordenó dijo: Si tenéis un momento de crisis o tenéis momentos de dificultad, queréis dejarlo todo, sentaos en el lateral izquierdo de la capilla del seminario donde está la Virgen y poneos ahí. Quedaos 5 minutos. Ya os digo yo que no os vais. Es la fuerza de la Madre. A mí la Virgen me ha salvado tantas veces. Voy a tener una lista, cuando llegue al cielo me entero (risa). Tantas veces que le gritado, le he chillado, le he llorado para que me ayudara. Y cuantas veces será más (risa). La Virgen solo acaba de empezar conmigo.
¿Qué denominación de Virgen es más cercana a ti?
La de Guadalupe, la mexicana, que la he podido ver en directo, en exclusiva en México. Ha sido algo muy importante para mí. Nada más me acuerdo perfectamente cuando fui, acabo de tener 18 años, estuvimos haciendo un campo de trabajo ahí. Y me impactó muchísimo el sitio y lo tengo como un recuerdo bestial.
Luego también Nuestra Señora de Chiquinquirá, la patrona de Colombia, evidentemente por todo que tengo de sangre. Y también porque mi abuela murió justo un 11 de julio que se celebra su fiesta. De alguna manera como están muy unidas las dos personas. Siempre le tenía un cariño muy bestial.
Y por supuesto, Nuestra Señora de la Almudena (risa) que es mi patrona de verdad. Aquí madrileño siempre. La de Pilar también.
¿Qué santuarios marianos has visitado?
He estado en Lourdes, en Fátima, Guadalupe (México).
Los santuarios marianos son una debilidad para mí. Puedo estar en Lourdes 4 días seguidos y no me canso ni me aburro. He ido a Lourdes mil veces, a Fátima dos mil veces y siempre me encanta ir, quedar ahí. Y siempre quiero volver. Son como los sitios que tienen algo. No soy capaz como describirlo muy bien, pero es que de repente sientes como una paz, una tranquilidad. Como que todo huele a Dios, no huela nada, pero es como aquí hay algo. Esa la fuerza de Virgen. Es como uno cuando llega a su casa, a casa de sus padres, tiene el olor de casa. Es un olor muy peculiar que se guarda en casa de cada uno. Pues llegar al santuario tiene ese olor. Te sientes como abrazado de Virgen.
¿Y cuáles de ellos te gustaría todavía visitar?
Medzugorje y Tierra Santa.
¿Tu papa favorito?
San Juan Pablo II. Su último viaje a España se quedó muy grabado en mi corazón. No lo suelo decir como mi primer atisbo de la llamada de Señor, ni mucho menos. Pero significa mucho. Yo tenía 10 añitos y estaba en Cuatro Vientos con el mogollón de gente. Y me acuerdo de ese encuentro sobre todo, de un momento muy fuerte. Como era un chavalín pude colarme rápidamente y quedarme en una valla para poder ver el Papa. Cuando paso el Papa yo sentí que el mundo se paraba y que me miraba a mí. Probablemente no estuvo ni mirando a mí, pero lo sentí que me miraba a mí. Ese momento lo llevo siempre en mi corazón. Y luego recuerdo aquella famosa frase de él: “Si alguno siente en su corazón que el Señor le dice, ven y sígame, no la calles”. Esta frase no deja de emocionarme. Recuerdo que después de cada frase la gente aplaudía y en ese momento no paso nada. Nadie aplaudió, todo el mundo se calló durante 30 segundos. La gente se quedó super impactada. Como que lo que ha dicho el papa es muy heavy.
He conocido mucha gente a lo largo de los años en seminario, más mayor que yo, que esa frase fue su frase. Por la cual decidieron dejarlo todo y empezar a plantearse que quizá el Señor a través del papa les está hablando a ellos. Ahora recuerdo con mucho cariño uno de mis grandes amigos del seminario, Pedro Casado, que para mí es como un hermano mayor y es super fan de Juan Pablo II. Y siempre lo dice que esta frase para él fue un punto crítico en su vida. Que a partir de ese momento su vida no fue igual. El Señor misteriosamente consiguió que los dos confluyéramos en el mismo punto y nos vayamos a ser sacerdotes los dos.
¿Tu canción favorita?
Una de ellas sería Dichosa herida. Es de Luispo, un sacerdote. Resume bastante bien lo que ha sido una experiencia de aprender a mirar mis heridas con dulzura. Y esto no lo hago yo. Es el Señor que como estamos contemplando ahora en Pascua, el Señor se aparece a los discípulos les dice: Mirad las heridas de mis manos. El Señor resucitado no resucita sin las heridas, resucita con ellas. El cuerpo glorificado del Señor en el Cielo tiene sus heridas. Las heridas son muchas veces cosas muy feas, no las queremos ver. Pero si uno las mira con la luz del Señor…
¿Tienes un cantante preferido?
Eso para Santa Cristina no es ninguna sorpresa ni mucho menos (risa). Si tuviera quedarme solo con uno, sería Julio Iglesias, sin duda. Es verdad que no ha sido el cantante de mi niñez, ni de mi adolescencia sino de mi madurez. Un cantante que por generación no me toca porque a Julio Iglesias escucha mi abuela con 95 años o quizá más de mis padres. Me gusta mucho Julio. Todas sus canciones, como la melosidad que tiene a la hora de cantar, muchas de sus letras que son preciosas. Alguna incluso para rezar. Sobre todo, me gusta porque él encarna mucho lo que antiguamente era ser un señor. Siempre como super bien vestido, con su traje y una voz muy romanticona, muy tal. Para más inri aprendí a imitarlo. Creo que puedo decir con bastante orgullo, algunos de la parroquia lo saben, imito a Julio Iglesias cantando (risa).
¿Tú comida favorita?
Hamburguesa 100% (risa), poco hecha con mogollón de cosas… Me encanta. Soy carnívoro por excelencia (risa). Y el sushi también me gusta mucho.
¿La película favorita?
El padrino.
¿Y libro? ¿Tienes uno preferido?
Cinco panes y dos peces (el autor es Mons. Van Thuan, testigo de Jesús desde la cárcel).
¿El color?
Me gusta el rojo. Siempre ha sido el rojo. Como Ferrari, rojo. No porque tenga ningún tipo de relevancia. Pero hubiese color así fuerte, pasional rojo, que llevaban y todavía siguen llevando unos Ferrari, siempre me han gustado.
¿Tienes una parroquia favorita? ¿Si pudieras elegir en cuál querías estar?
Claro que Santa Cristina y Santa Margarita (risa). Pero no, tengo ningún tipo de preferencia parroquial.
¿Si te mandaran de misionero a que país te gustaría ir?
A algún país de África. No eternamente ni mucho menos, pero hacer una experiencia en un campo de trabajo de un mes por ejemplo, en algún país africano o en la selva amazónica. Eso me parece una cosa super interesante.
¿Cuál es tu ciudad favorita?
Aquí tengo un gran dilema porque evidentemente mi cuidad favorita es Madrid. Es mi casa, Madrid es mi vida, es para mí la cuidad perfecta. Pero dentro de España compite muy fuerte con Sevilla. Es una ciudad que me encanta, que me fascina.
Tengo muchos amigos de Sevilla. Y me enamoré locamente de Sevilla, de su gente, su color, de todo. No voy muy seguido, pero es una cuidad si no me quedará vivir en Madrid pediría vivir en Sevilla en 100%.
¿Qué país te gustaría visitar?
Me gusta mucho viajar. Los viajes que me gustaría hacer son muchos. Pero por ejemplo, conocer bien Italia, la Italia profunda, no solo Roma, todos los santos italianos, Francisco de Asís, bueno todos. Hacer todo Roma en plan bien. Conocer Colombia, que es una cosa bastante complicada. Pero todo saldrá. Y si pudiera conocer uno que no conociera es Japón. La cultura japonesa tradicional, toda cultura samuray me llama muchísimo la atención. Me acuerdo cuando estaba en el colegio tenía menos de 10 u 11 años, teníamos un profesor que era japones, mitad japonés, mitad español. Él nos enseñaba Conocimiento del Medio, como las ciencias naturales antiguas. Borró el temario porque quería dedicarnos los últimos meses a una película que acaba de salir en aquella época que se llamaba El último samurái, protagonizada por Tom Cruise. Y la verdad que me impacto muchísimo. Sobre todo, en la cultura japonesa lo que más me gusta es el respeto.
Otra entrevista con nuestro diácono podéis ver aquí:
https://www.archimadrid.org/index.php/oficina-de-informacion/noticias-madrid/borja-lizarraga-futuro-sacerdote-que-bien-que-me-fie
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